jueves, enero 17

Espejismos.

Un día de repente te levantas feliz, pero eso no dura nada, tal vez ni siquiera te levantaste así, solo lo parecía. La felicidad solo son momentos efímeros que duran unos minutos, puede que tan solo unos segundos, y a veces ni nos damos cuenta. Nos pasamos la vida diciendo que buscamos las felicidad, nos preguntan nuestras metas en la vida, 'Ser feliz', contestamos ilusos. Ni que eso fuera posible.
Entonces te levantas y sonríes, como en las películas, como si de verdad el día fuera a ser perfecto. Pero por un motivo u otro, todos a tu alrededor se acercan a ti, te comienzan a robar sonrisas, una tras otra, hasta que comienzas a sentirte solo y vacío. Pasas de tenerlo todo a no tener nada, así día tras día, y encima se quejan de que estés mal. Dicen que no tienes motivos, que deberías estar perfectamente feliz, pero no te conocen, no saben como te sientes, ni siquiera saben lo que has hecho hace cinco minutos y te hablan como si hubieran estado a tu lado todo el día. Familia, amigos, incluso ella. Todo se vuelve en tu contra, solo te quedan la música, la lluvia, el boli y el papel. Pero eso también es malo, la música es depresiva y te hace perder el tiempo, la lluvia te moja y debes llevar paraguas, y el boli y el papel debes usarlos para estudiar, o eso te dicen.
Pero, ¿quién dice qué es lo bueno y qué es lo malo? Sube el volumen, tira el paraguas y escribe lo que sientes, porque cuando no te tengas ni tú mismo, cuando hagas lo que todos quieren, entonces sí que estás acabado.

PD: A veces me pregunto por qué escribo hablando a los demás, ni que esto fuera dirigido a alguien que no sea yo mismo.

sábado, enero 12

Cambios.

Hola, soy yo. Probablemente no os acordéis de mí, llevo demasiado tiempo sin escribir. Todo ha cambiado, y seguirá haciéndolo. Como era de esperar, tanto cambio ha terminado por cambiarme también a mí. Estoy cansado, cansado de miles de cosas que me hacen pensar en un final, en huir, en tirarme en la cama y hundir mi cara en la almohada. Pero ni siquiera eso me sale bien. Ya no sé llorar. Llevo demasiado tiempo sin derramar una sola lágrima, y comienza a ser preocupante. Tal vez me he vuelto más frío, más duro, un poco más piedra que persona, pero sin despojarme de mi cuerpo humano. Me paso la vida reflexionando y entre las opiniones de los demás y mi propia visión de mí mismo, solo llego a la conclusión de que soy un completo inútil. Me encuentro vacío, lleno de huecos sin rellenar, huecos que se vaciaron de amor, amistad, alegría y fuerza; y que ahora se están llenando de odio, sufrimiento, incomprensión, soledad... sobre todo soledad. Hoy me apetece volver a ser feliz, y aún no sé cómo lograrlo, pero aquí estoy, de nuevo para relataros cómo me siento. Ahora mismo, solo me apetece un abrazo.