jueves, septiembre 26

Aullidos sordos.

Hace cuatro días que no piso mi ciudad. Sí, al final cogí el tren. Ahora estoy lejos de muchas cosas pero solo me importa una, y está claro que es ella. No sabéis cómo la echo de menos. Y me siento extraño, podría comerme el mundo pero no tengo ganas de hacer nada que no sea tirarme en la cama o en el sofá. Enciendo el portátil, miro twitter, abro el blog, pero nada; lo miro, intento escribir algo y no sale nada. No encuentro la inspiración. Supongo que ella es mi inspiración.
Pero bueno, tampoco hace falta, esto es como un confesionario. Estoy ante la oportunidad de abrirme un futuro, un futuro en el que consiga ser feliz. He conseguido entrar en la carrera que siempre quise, se supone que es el sueño de todo estudiante, pero es irónico, ahora que estudio lo que quiero no puedo ser feliz si ella no está. Lo único que queda es apretar los huevos, estudiar y luchar por conseguir una buena nota para volver el año que viene. Y sí, siempre quise estudiar fuera, pero esto es tóxico, es como tomarte un plato de tu comida favorita sabiendo que te vas a poner malo al hacerlo, no es sano.
No sé, tal vez podría definirme como un lobo en las profundidades de un bosque, de un bosque que no conozco, pero en el que sé que no me voy a perder. Y ahora solo queda aullar a la luna como esperando una salida, como si por cada aullido, por cada grito sordo, fueran a desaparecer un par de kilómetros de distancia entre ella y yo. Al menos algo no ha cambiado, sigo tan iluso como siempre..

jueves, septiembre 12

El próximo tren.

Llevo días pensando 'Venga, voy a escribir' pero al final acabo tumbado en el sofá y sin ganas de nada. Hoy ya era el momento. Estos días pensaba que tenía que luchar, que no valía tirarme en la cama y empezar a quejarme de todo, era hora de disfrutar la vida al máximo, de exprimir cada segundo. Ojalá durara más de tres días ese pensamiento en mi cabeza. Pero no. Hay trenes y trenes. Que no os engañen, van a seguir pasando uno detrás de otro, pero bien es cierto que igual el que coges no es el adecuado, o no lo coges en el momento que deberías. En mi caso me paso la vida queriendo coger cada tren, en todo momento, pero acabo por no coger ninguno. Dentro de poco, en apenas dos semanas tengo un tren que coger, quizás el más importante, el que termine por definir completamente mi vida, pero desde hace unas horas me he planteado el dejarlo pasar, el seguir por el mismo camino que iba. Acabo de salir de la ducha, esa típica ducha un poco más larga de lo normal en la que repasas todo lo que tienes en mente, dándole más y más vueltas, sin ni siquiera darte cuenta de que te estás duchando, te olvidas de todo a tu alrededor, solo sientes el agua cálida recorriendo cada poro de tu piel. Seguramente cada minuto que pase me vuelva un poco más indeciso. Sí. No. Sí. No. Sí. No.. No por todo lo que dejo atrás. Sí por todo lo que me voy a perder si no lo hago. Sé que tengo que coger ese tren, pero sé que va a ser duro. Lo que no sé es de dónde voy a sacar las fuerzas para subir y llegar al final del trayecto. Hoy he vuelto a derrumbarme, y justo después me he vuelto a decir a mí mismo 'Eh, levántate, así no solucionas nada'. Pero no me he levantado, no puedo.