lunes, febrero 3

Confesión nocturna.

Silencio. Esta noche no se escucha nada más que las teclas que yo mismo estoy pulsando.
Empiezo a volverme loco. No sé cómo matar el tiempo, así que va siendo hora de desahogarme, sin metáforas ni mierdas. Sin recursos artísticos que solo yo comprendo. Brusco, como la vida misma.
Han transcurrido unos dieciocho años y nueve meses aproximadamente desde que estoy vivo. No tengo nada que achacar a mi infancia. Nací, crecí y viví jugando y aprendiendo durante años. Era un pequeño iluso que no comprendía nada de la vida, y por eso era feliz. Murió mi abuelo cuando apenas era un crío y no me afectó tanto como me habría afectado ahora. Dios, cómo lo echo de menos.
Siempre tuve mi lado marginal, una timidez que nunca se ha separado de mí. Si me conoces desde hace tiempo, estarás pensando que ni de coña, que soy un loco al que se la suda todo. No me conoces.
Nunca sabré cómo agradecerle a mi madre que me obligara a leer cada día.
Al margen de toda esta mierda que escribo está ella, por encima de todo, la razón de mi existencia. Pero está tan lejos, joder.
Seguí creciendo y poco a poco fui dándome cuenta de lo que era la vida, una puta mierda. No existen los amigos, y si existen no tengo ni idea de cómo se consiguen. Colegas para ver un partido, tomar algo o echarte unas partidas si que conozco. Pero esos que se leen en los libros y se ven en las películas, ¿dónde coño están? Me sentía como un auténtico gilipollas buscando, y paré. Pensaba que sería como en las historias que soñamos vivir, que aparecerían de la nada en el momento menos esperado. Incluso he cambiado de vida, pero sigo igual. Espero darme cuenta algún día de que no vivo en una película.
Lo triste que es sentirte mal y que no tengas a nadie cerca que te de un abrazo.
Me he dado cuenta de que todo se basa en las apariencias, todo gira en torno a ellas. Medio mundo quiere vestir a la moda, hacer lo que hacen los triunfadores, pisotear a quien haga falta y que no toquen lo suyo. Mientras, el otro medio muere de hambre, y a pesar de todo, muestra una enorme sonrisa con el mínimo gesto. Y yo me pregunto si cada noche, al acostarse, toda esa gente, la de la primera mitad del mundo, se siente realizada con lo que hace. Porque yo no, y no me parece justo.
-Estoy odiando esta entrada desde el momento en que la he empezado, pero pienso terminarla y publicarla, por si sirve para que alguien recapacite o se sienta identificado.-
No quiero estudiar, ni hacer absolutamente nada de lo que estoy haciendo. Estoy hasta los cojones de mí mismo y de mi vida. Quiero dejarlo todo, excepto a ella.
Es horrible levantarte cada día y que todo vaya al revés de como tú quieres. Siempre he querido tomarme las cosas con calma y me paso los días estresado. No he terminado nada en mi vida. No saco buenas notas. Dejé de hacer deporte. Dejé a medias el libro que empecé a escribir. Compongo media canción y me canso de ella al releerla. Ni siquiera sé cantar; ni bailar. Escribo una entrada de la que me siento orgulloso y al ver que no le importa a nadie me deprimo cuando no debería darle ninguna importancia. Me levanto cada mañana y ella no está en mi cama. Nada tiene sentido así.
Antes intentaba ayudar a la gente sin pensar en mí lo más mínimo, y sin que nadie lo hiciera, pero me cansé, paré y pensé algo como "Que se den cuenta de que estoy harto, que vengan y me ayuden ahora ellos a mí", pero dios, eso no pasó, no pasa y no va a pasar nunca.
Y lo peor es cuando pienso que me gusta estar triste, porque lo pienso de verdad. Soy nocivo conmigo mismo, me destrozo por dentro. Podría cambiar y arreglarlo todo, pero no quiero hacerlo, ni tampoco quiero quedarme así. Vivo en un continuo estado de frío interno. Nadie me ayuda y he creado una rabia y una impotencia que no me dejan vivir. No es que pida un abrazo, es que lo necesito.
Madrugada del lunes al domingo. No lo parece, pero seguro que aún puede empeorar la cosa. Podría ponerme a beber ron y fumar tirado en la acera, pero aún me quedan esperanzas de que alguien venga. Aunque no creo que así sea, y si hiciera eso ya sí que sería mi fin. Lucho por un poco de amor propio.
Y sí, sé que solo me quejo de gilipolleces, que no debería estar así, que hay millones de personas que tienen auténticos problemas y cada día dan todo por salir adelante. Son esas personas las que de verdad necesitan ayuda, yo solo soy un puto egoísta. Y por eso mismo que lo sé, me doy aún más asco.
'Ese momento en el que sabes que no eres una triste historia. Estás vivo.'
Que vengan y me peguen una hostia para quitarme la mierda que llevo encima, que intenten sacarme una sonrisa aunque sea de mentira. Necesito llorar, sentir que valgo algo.
Casi que tengo miedo. Gracias por leerme.
Aún intento averiguar si debo aprender a vivir, o nací para ello.