viernes, julio 19

Campamento '13

Ya estamos aquí otra vez. En casa. En nuestra puta casa. Miles de personas deseando volver a casa, otras miles que lo han conseguido y lo celebran; pero nosotros lloramos. Estamos inundados por la rabia, por la desesperación. Han acabado otra vez esos días, esos diez días juntos. Dos pequeñas de Jaén, nuestra Inés de Salamanca, los madrileños y los granaínos. Por unos días hemos sido todos del mismo rincón del mundo, del mismo pueblo, de la misma provincia. Hemos compartido acento, pronunciación, costumbres.. Otro año más nos hemos hecho hueco unos y otros en nuestros corazones, un año más esos corazones se han partido en trocitos al despedirnos, trocitos que se han ido con cada una de las personas de las que nos separamos. Hemos sido una familia, una familia unida. Siempre pasa lo mismo, pero lo mismo cambia, y al final todo es distinto.

Todo empezó el día 7. Llegas el primer día, cargado de ilusiones, de que todo va a ser genial. Pero nada más empezar ves que falta gente, que ya no están las mismas personas que el año pasado hicieron de ese campamento que quedara grabado en tu memoria para siempre. 'El síndrome del campamento de verano lo llaman'. También hay incorporaciones nuevas, gente que casi nadie conoce, gente que llora y que quiere que estos días pasen lo más rápido posible. Esta gente no sabe que nueve días más tarde llorarán sin consuelo porque no querrán irse. El autocar sale desde Granada, recoge a las chicas de Jaén, para en Madrid, dónde comienzan la locura y los reencuentros. Finalmente llegamos al punto de destino, Monteagudo (Navarra). Entras al campamento y todos los recuerdos vuelven a tu mente; el patio interior, las mesas llenas de nombres rayados encima, las habitaciones con las literas y las paredes infectadas de arañas, las peleas para decidir si los baños buenos son para los chicos o para las chicas.. Como siempre, cenamos compartiendo bocadillos, elegimos litera y compañero/a en ella, saludamos a todo el mundo, y empezamos la primera velada. Tras esto, se reparten los monitores con sus respectivos grupos, y a intentar dormir, aún acostumbrándonos a la sensación de estar todos juntos de nuevo en el campamento.

El segundo día ya empieza la rutina. Levantarse temprano, lavarse los dientes, hacer un poco de ejercicio con el monitor ese tonto que se cree gracioso (anda, si soy yo), desayunar, hacer la oración de la mañana, limpiar la zona del campamento que toca ese día, catequesis, manualidades, comer, lavar la ropa (si eres limpio, hay quien lava una vez en todo el campamento y sobrevive), ir a la piscina, ducha, merendar, organizar la velada, cantar en los coros, cenar, disfrutar la velada de la noche. Siempre la misma rutina, una rutina diferente, una rutina que cada día tenía mil cosas nuevas, mil cosas diferentes, mil cosas que nos hacían reír y llorar como locos, mil cosas que hacían que esos días fueran únicos. Es una rutina que no podría ser menos rutina.

Los siguientes días se suceden de forma demasiado rápida, todo va y viene, el tiempo pasa volando. Que si hoy me tengo que disfrazar de esto, que si tengo que preparar un juego de lo otro, que si tenemos que limpiar bien para que nos pongan buena nota y ganemos el ‘estropajo de oro’, que si el jurado de esta velada no vota bien a mi grupo, que si Encarna no ha hecho sanjacobos este año y casi se ha acabado el campamento, que si quiero repetir el primer plato porque el segundo no me gusta, que si me lavas mis cubiertos y yo te los lavo a ti mañana, que si se nos acaba el tiempo y todavía no hemos preparado lo de esta noche, que si no nos  hemos hecho suficientes fotos.. Luego están las frases míticas de cada año, y en este, el ‘Venga, Kalise para todos’, ‘La cobra taka taka’ y el ‘Todo a euro’ han quedado en la retina de todos. En general todo giraba en torno a la velada de por la noche, pero mientras la preparas, te vas acercando a los demás, vas creando amistades nuevas y reforzando las que ya existían, vas conociendo a fondo a cada persona y dejándote conocer por los demás. La relación es genial con todo el mundo, en sitios como este no puedes llevarte mal con la gente, no hay lugar para eso. Y bueno, siempre hay un grupo con el que la relación es casi perfecta; a esos no los vas a olvidar nunca.

Podríamos tratar mil temas más, podría contar las mil cosas que he aprendido, las mil risas y mil lágrimas que he soltado en estos días, podría enumerar demasiadas cosas, pero no hay tiempo para eso, ni palabras para describirlo.

Finalmente llega la última noche, la velada acaba perfecta, todos estamos felices. Perdón, quería decir ‘parecemos’. A nadie se le olvida que a la mañana siguiente tenemos que tener las maletas preparadas, que subiremos al autocar y todo acabará un año más. Las sonrisas empiezan a convertirse en lágrimas, los abrazos no se acaban para nadie, aparecen bolígrafos y cuadernos por todas partes; todos quieren la dedicatoria del resto. Todos estamos unidos, todos somos uno, todos somos una familia. Algunos se van a dormir entre lágrimas, otros se pasan la noche en vela mirando el cielo estrellado. Ay, cómo vamos a echar de menos ese cielo.

Para los monitores suena la alarma, para el resto la música. Hora de levantarse. Hora de preparar todo. Hora de despedirse. Todos organizan sus maletas, algunos rompen a llorar, el resto intenta animarles. Llega el momento, algunos monitores se quedan en el campamento, toca despedirse de ellos, coger las cosas, echar una última mirada al lugar donde hemos vivido todos estos momentos y subir al autocar. Paramos a mitad de camino con Madrid, algunos ya lloramos, pero todavía podemos soportarlo. Volvemos a subir y en dos horas ya estamos en la verdadera parada; Madrid. Todos bajamos para comer allí, hasta ahí todo bien. El problema es que algunos de los que bajan no van a subir después. Rompemos a llorar, todos nos abrazamos a los que ni siquiera pueden quedarse a comer, intentamos robarles el último beso, el último abrazo, la última sonrisa.. Hay que quedarse con lo bueno, hostia. Vamos a comer, aún quedan algunos que van a esperarse hasta el último momento. Terminamos, hora de subir de nuevo. Nos despedimos de los que quedan, subimos al autocar entre lágrimas y observamos pegados a la ventanilla como ellos también lloran desde abajo. Este arranca, los que nos despedían desde abajo no lo soportan, alguno cae de rodillas desesperado, otros no saben dónde mirar, dónde meterse.. Y los que estamos en el autocar nos derrumbamos, ya no hay consuelo, ya no hay marcha atrás. Lágrimas, demasiadas lágrimas. Intentamos cantar por el camino, consolarnos unos a otros, sonreír. Qué difícil. Paramos a mitad de camino, las chicas de Jaén bajan, nos despedimos y prometen volver el año que viene. Subimos de nuevo, la próxima es la última parada; Granada. Por fin llegamos, bajamos, recogemos nuestras maletas, saludamos a nuestros padres (al menos ellos si están felices de vernos aunque se nos haya acabado el campamento). Abrazos, abrazos por todas partes e intentos de sonrisas medio aceptables. Promesas de volver a vernos en breve, ya no hay tantas lágrimas como antes.

‘Se acabó’. Eso es lo que diría cualquiera. Y yo me reiría en su cara a pesar de las inmensas ganas de llorar que tengo mientras escribo esto. Sí, nos vamos a echar mucho de menos, pero esto no se va a acabar nunca. Esto no es un simple grupo de personas que se ha reunido durante unos días en un campamento de verano. Esto.. esto es una familia. Nosotros somos una familia, y las familias.. Las familias son para siempre.


Muchas gracias a todos los que habéis hecho posible todo esto. Todos os habéis hecho con un hueco en mi corazón. Y en especial, quiero dar las gracias a mi grupo, ha sido un honor ser vuestro monitor, y concretamente a cuatro personas demasiado importantes que viven muy lejos; Erika, Juanjo, Iñaky e Inés. Os quiero muchísimo a todos. Me habéis hecho muy grande, mil gracias.

2 comentarios:

  1. Es tan perfecta como tu, de verdad :') Muchisisisisimas gracias por hacerme sonreir dia a dia hasta el ultimo momento. Eres el mejor. Te quiero muchisisimo mami <3 Pulpo&Koala.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias a ti por ser como eres. Te quiero muchísimo Koala, verás que dentro de nada nos estamos viendo de nuevo. Koala&Pulpo siempre.

      Eliminar