martes, marzo 4

El cadáver, la bruma y el marcapasos.

La bruma de esta nostalgia no me deja ver más allá de mis ojeras.
Lleno el vaso a medias mientras pienso en cuál de las mil posibles opciones llevaría a cabo si ella apareciera aquí a mi lado en este momento. Si besarla en los labios, en la frente, en cada centímetro de su piel; o por el contrario decantarme por abrazarla y quedarnos así tumbados, durante toda la noche. Quizás en vez de todo eso, le haría el amor y punto. El amor.
Esta vez no hay ron en el vaso. Solo es pepsi en contacto con el mugroso oxígeno que rodea el cristal. Aún así parece conseguir que mi garganta arda cuando la recorre.
Con la música deprimente de ambiente.
Me encuentro en una decadencia propia de un dramaturgo del siglo pasado, lástima no tener talento para expresarlo. Lástima ser yo.
Vivo como un cadáver; solo que vivo, que es peor.
Mataría por una sonrisa suya, una sonrisa de esas que me pertenecen realmente. De las que yo solía provocarle, no por complacer, tampoco por pena. Dios, necesito que me necesite.
Podría morirme ahora mismo aquí, en este sofá verde mierda. La esperanza se perdió por el camino, hoy no hace falta. No estaría mal un poco de veneno en la botella, para ser suyo sin que influyan las distancias, desmostrarle que ni la muerte nos separa.

París está lejos de ser una belleza al compararse con tus piernas. Roma no llega a ruina a mi lado cuando tus labios no me besan.
Siento cómo las burbujas estallan sobre mi lengua, arropando con ácido mi boca. Cualquier centímetro de tu ser temblaría de encontrarse en ese lugar. Aún así no sabría decirte quién sentiría mayor placer. Lléname este vacío que abrasa y congela.
Bebo sentado, soñando con tu pelo.
¿Y mi pelo? Echa de menos tus dedos enredados. ¿Y mi espalda? Echa de menos tus dedos recorriéndola. Y no hablemos de mis labios.
Tus dedos recorriendo mi antebrazo, placer eterno.
Tragué gusanos y ahora no pienso vomitar las mariposas de mi estómago.
Mi corazón no es corazón. Solo un marcapasos incapaz de marcar algo que no sean recuerdos sobre ti. Como si de una botella medio vacía a punto de ser partida contra la barra de un bar por un borracho con sed de venganza se tratase. No es esa su función, pero si tiene que matar, mata. Si tiene que matarme, me mata.
¿Acaso hay Óscar a la persona más bonita del mundo? Tú deberías llevar diecisiete.
Un beso perfecto, de película, como el de nuestra boda; o de diente contra diente, como cuando el mundo era rosa. Un beso de tu labios.
Que necesito que me necesites.