sábado, noviembre 30

Otoño.

Otoño. Finales de Noviembre. Frío. Mucho frío.
Camino observando como caen las últimas hojas de los árboles. El viento acaricia mi sudadera, y ésta, a mí. Música en mis oídos. Todo es precioso. La gente ya no sabe de qué quejarse. Claro que hace frío, que unas putadas suceden a otras. Claro que todo está hecho una mierda. Pero lo estamos sintiendo.
Qué sería de la poesía, de los libros, de las canciones, de las películas. No habría nada de lo que amamos sin la nostalgia, sin el desamor, sin las ganas de saltar de un puente deseando que alguien aparezca y nos detenga en el último momento. La inspiración tiene que venir de algo.
Ayer creía que sabía escribir. Hoy me siento un cutre y penoso intento de escritor.
Parece que la vida es un infierno. En realidad nos gusta ser tristes. Nos gusta sufrir, somos masoquistas. O gilipollas. -Los que van de tristes son auténticos gilipollas.- El verdadero arte nace del dolor. Amamos sentir algo que podemos plasmar. Duele tanto que nos encanta. Vivimos en un puto estado de ambivalencia tan insoportable que no queremos salir de él.
Joder, qué frío. Las putas siguen en sus esquinas. El millonario en su chalé, con la calefacción por las nubes. La capucha solo deja entrever mi rostro. No llueve. Mi aliento se hace cada vez más visible. Ojalá pudiera calentar sus dedos. Los míos ahora no importan.
No hay inspiración para el que no siente. No hay frío para el que no siente.
Camino observando como caen las últimas hojas de los árboles.
No hay Otoño para el que no siente.

sábado, noviembre 23

Suficiente.

Me miro al espejo y no veo más que un rostro cansado, con los ojos tristes y vidriosos. No me siento bien. Ayer pensaba que sí, parecía que estaba avanzando, que vencía a mis demonios. Incluso esta mañana lo podía parecer. Pero solo podía. A pesar de la ropa y las mantas siento demasiado frío. Ha vuelto ese vacío que no sé cómo llenar. Tengo ganas de llorar y tampoco sé por qué.  Me apetece emborracharme. Quiero pasear bajo la lluvia pero no me levanto de la cama. Necesito un abrazo. No tengo a nadie que me lo de.
Pero, ¿qué más da? Excelsior. Hoy he visto El lado bueno de las cosas, y me ha gustado y llenado tanto como deprimido. Esta nostalgia cada día me destroza un poco más.
<<Y así es, sobrevive a la guerra después de volar en pedazos, sobrevive y escapa a Suiza con Katherine, pero ahora ella está embarazada. ¿No es maravilloso? Y escapan a las montañas y serán felices y beberán vino y bailarán juntos. Hay escenas de ellos bailando que son aburridas, pero me gustó porque eran felices. ¿Creéis que termina ahí? ¡No! Escribe otro final, ella muere. El mundo es suficientemente difícil tal como es, suficiente ya. ¿No pueden ser positivos? Tengamos un final feliz.>>
No consigo escribir ni componer nada. Me duele tanto que ni me inspira. No, esto no es poético. Estoy cansado de no encontrar mi lugar, de sentirme un desconocido. No aguanto más estos temblores.
<<Cualquier cosa es posible. Usualmente nos quedamos atrapados en un estado de negatividad, y es un veneno como ningún otro.>>
Prometo que necesito un abrazo.

miércoles, noviembre 13

'Me vacían las entrañas.'

Últimamente siento que me consumo más de la cuenta. Soy como un mechero sin gas, como una hoguera sin leña. Hace tiempo solía ser feliz porque no comprendía nada de lo que ocurría a mi alrededor. Era todo un ingenuo. Ahora soy todo un gilipollas, pero no me arrepiento de ello. Escribir se ha convertido en mi consuelo, en una forma de imaginar que alguien me "escucha" y se interesa por mí. Imaginar.
Hoy siento que no puedo más, no puedo conmigo. Está lloviendo. Quiero salir y mojarme, pero ni siquiera tengo fuerzas para ello. No sé ni dónde esconderme. Es un día de comer y escuchar música triste sin nada más que hacer. Es un día detrás de otro. Realmente tampoco tengo ganas de seguir escribiendo esto. La mitad de esta entrada es de ayer. Ojalá apareciera ella de repente y me abrazara.
Entre llorar y saltar por la ventana.

martes, noviembre 5

Abubucaca.

No todo es una mierda en mi vida. En realidad hay aspectos que son perfectos. Sí, claro que hablo de ella. Yo era el típico niño adolescente con el pavo subido que se comportaba como un gilipollas - ahora lo soy -. Ella era la típica niña adolescente con el pavo subido y aires de pija - ahora es perfecta -. Hoy hace más de tres años de aquellos tiempos. Yo estoy en Almería. Ella sigue en Granada.
Habláis de distancias como lo peor del mundo, y lo es. Vuestro problema es que os morís porque no podéis estar junto a una persona a la que habéis conocido por internet, cuando lo más seguro es que si la tuvieseis al lado cada día, no os importaría una mierda. Vuestro problema es que sois gilipollas. Me cago en el primero que se fumó la distancia - maldito hijo de puta -. Mi problema es que estoy lejos de la persona que da sentido a mi vida. He compartido todo con ella durante los últimos dos años y diez meses. No sabéis lo que es despedirme de ella cada domingo por la noche viendo sus ojos húmedos y enrojecidos, viendo como sufre por mi culpa, porque me voy. No sabéis lo que es que se cierre el ascensor, que todo a vuestro alrededor se vuelva oscuro y el mundo se os venga encima. Correr y golpear el buzón de madera destrozándome los nudillos. Ya es rutina. Se avecina otra semana o par de semanas sin sus besos, sin sus caricias, sin apoyar mi cabeza en su pecho, sin acariciar su pelo, sin sus sonrisas. Otra puta cantidad de días sin escuchar su risa, su risa única y maravillosa.
Mi cuerpo arde, luego hiela, y finalmente abrasa; piel, sangre y corazón.
Ella es la razón de mi ser, ella es mi motivo para levantarme de la cama cada mañana, ella es mi sonrisa, ella tiene mi corazón, ella es todo. Y esto no es una gilipollez a pesar de haberlo escrito yo, esto no es lo típico que todos escribís para luego cagaros en la puta madre de esa persona cuando os joda. Esto es mi realidad, esto es lo que siento, esto es lo que vivo.
Sé que leerás esto en algún momento, y sé que lo sabes, pero te amo.