lunes, noviembre 17

La personas escriben sobre amor..

Como un agujero en mi pecho. Así es su ausencia. Y la mayoría del tiempo la tengo.

Las personas escriben sobre amor por naturaleza. Incluso el más duro y la más dura se ablandan cuando aman, solo que no siempre sale bien, no siempre se da con la persona adecuada. Los corazones se rompen. Hay gente que decide restaurarlos y gente que decide dejar por el suelo los miles de pedazos. Este el paso que diferencia el amor del odio.
Personalmente he visto gente que ama, sin más. Gente que cree que ama y no lo hace. Gente que dice que se enamora por ver una cara bonita. Gente que tiene una vida de mierda y al recibir un poco de cariño creen tocar el cielo. Gente que ve amor y busca enamorarse. Gente que se niega a amar porque ya sufrieron en su momento. Gente que no sabe lo que es amar.

Para la mayoría solo soy un niñato que cree saber de lo que habla. Y quizá tengáis razón, ¿por qué no puedo ser uno más que cree que ama sin hacerlo? Pero la verdad es que ya he vivido gran parte de las cosas que escribo. Quizá demasiado pronto. Yo no sabía lo que era amar -si os pasa esto es una gran putada-. Vi una cara bonita sin sentimientos por la que derramé lágrimas sin sentido. Después creí amar sin hacerlo, recibí un poco de cariño y me vi en lo alto. Luego aprendí a amar, lo hice, sufrí, seguí llorando y me negué a volver a intentarlo. Pero no. Ahora amo, amo sin más.

Si me viera a su lado por la calle, yo sentiría envidia de mí mismo.

Me bastó un día para confirmar que era ella. Sí, confirmar, porque ya creí saberlo incluso antes de verla. Es una locura pensarlo y más aún decirlo. Pero me bastó un día. Es probable que ni ella recuerde esto, pero en aquella despedida frente al bus, entre lágrimas -quién cojones llora en la primera cita-, se me escapó un te amo. Joder que si lo sabía, era ella. Es ella.
Podría describiros lo que es amar, pero no lo que es encontrar a la persona que es para ti, precisamente para ti, de entre tantos millones de personas. Diga lo que diga me quedaré corto.
Simplemente es algo que se sabe, algo que sientes y que nunca has sentido antes.
Como una piedra partido en dos trozos que encajan a la perfección, que se complementan como el yin y el yang -como el blanco y el negro-. Las manos encajan exactas, los abrazos son absolutamente necesarios cada día, los besos nunca sacian suficiente, su voz te hace sonreír, su sonrisa te encoje el corazón, su piel eriza la tuya. Prefieres un minuto antes que cualquier otra cosa sin ella. Te sientes vacío cuando está lejos, sientes que no puedes cuando no está. Vives para estar con esa persona.

Hay quien dice que el amor es perfecto cuando es imposible; cuando no puede llevarse a cabo y permanece para siempre tal y como es. Sin llegar a perderse, sin sufrir daños. Sin vivirlo. Pues yo nos veo por encima de eso, capaces de vivir este amor sin romperlo. Quiero gastar mi vida a su lado, sonreír y llorar con ella, Quiero ser eterno de su mano, y que ella lo sea de la mía.

Cómo evitar que se encoja mi corazón con cada uno de sus 'No me dejes nunca'.

Las personas escriben sobre amor por naturaleza. Incluso el más duro y la más dura se ablandan cuando aman, solo que no siempre sale bien, no siempre se da con la persona adecuada. Los corazones se rompen. Hay gente que decide restaurarlos y gente que decide dejar por el suelo los miles de pedazos. Este el paso que diferencia el amor del odio.

Yo decidí reconstruir mi corazón al conocerte. Decidí dejar que me ayudaras y ayudarte con el tuyo. Las personas escriben sobre amor por naturaleza, y yo escribo sobre amor por ti. Eres tú quien inspira cada palabra que estás leyendo. Gracias por hacerme tocar el cielo, por hacerme sentir mejor que el resto, porque yo tengo el honor de que me ames y me dejes amarte. Gracias Tere.

viernes, octubre 10

10/10

Los días siguen pasando; unos lo hacen centelleantes como cuando estoy contigo, otros eternamente largos como me gustaría que fueran nuestros besos. Es curioso, justo son los días sin ti los que se me hacen eternos. Pero pasan, siempre pasan, y al final volveremos a vernos.

Hace ya tres meses de aquella primera cita. Joder, aún me viene nuestro recuerdo tumbados en la playa, perdiéndome en tus ojos, sintiendo tus dedos por mi espalda. Me muero por volver a ese momento, por volver a verte. Cada día se me hace más difícil estar sin ti, pero como siempre te digo, cada día más es uno menos, uno menos para verte. Pero no este, este no es un día cualquiera. Me encantaría poder aparecer en tu puerta con un ramo de rosas y un cartel con un "te quiero" entre mis manos. Poder estar justo en este momento felicitándote entre mis brazos por seguir aguantándome, por hacerme el chico más feliz del mundo, por volverme así de loco -demasiado-. Como hacemos cada día.

Que a veces todo se complica, que no nos vemos lo que quisiéramos, que nuestros 'buenos días' y nuestras 'buenas noches' no son al oído con un beso, que no puedo acompañarte de la mano a todas partes, que no puedo abrazarte cuando tienes frío ni besarte cuando me apetece, pero joder, dime quién se quiere como nosotros, quién saca una sonrisa a su pareja con menos. A día de hoy sigues sin poder hacerte una idea de todo lo que te quiero, de las ganas que tengo de ti. Y sí, ya lo dije hace tres meses, pero te lo repito, lucharé siempre por el día en que pueda hacerte sonreír sin pensar que en unas horas se nos caerá el mundo encima, por el día en que volvamos al mismo sitio, pero sin billete de vuelta.

A Tere, la chica de mi vida, como siempre.

miércoles, septiembre 10

Podría, y lo hago.

Podría comenzar diciéndole al mundo que tú estás hecha para mí y yo para ti, pero eso está claro.
Podría decirte que me muero por verte, pero la verdad es que vivo para volver a perderme en tus ojos.
Podría decirte que no aguanto un día más sin tu sonrisa, pero sigo aguantando con tal de volver a verla.
Podría decirte que se me van a caer los labios a trozos si no los besas, pero solo se agrietan esperando el momento de encajar con los tuyos de nuevo.
Podría decirte que me muero por volver a bailar contigo, por poder recogerte cada día en tu puerta, por hacer una locura de tu mano cada día, por no levantarme y cagarme en la puta al estar tan lejos, pero eso está claro.
Podría decirte que cada despedida es como cien flechas por la espalda, pero joder, es mucho peor.
Podría decirte que mis brazos se sienten inútiles y perdidos cuando no te rodean, pero necesitan descansar para abrazarte más fuerte en la próxima cita.
Podría decirte que pienso en ti las 24 horas del día, pero es que si hubiera 200 horas, también lo haría.
Podría decirte que no quiero separarme de ti jamás, pero es que prefiero ni pensarlo.
Podría decirte que que eres mi sueño, pero también eres mi realidad.
Podría alargar eternamente esta entrada, pero prefiero decirte todo esto en persona.
Podría decirte que te quiero, pero ya lo sabes.

Hoy hace 62 días, 1488 horas o si lo prefieres 89280 minutos desde que me volviste completamente loco. Te quiero, te quiero más que a nada en el mundo.

A ti, esperando volver a sacarte esa sonrisa que me encoge el corazón.
Gracias.

miércoles, agosto 20

Palabras estériles.

Hace una hora y media que cogí cuaderno y boli pensando escribir una letra. Aún no he escrito una sola palabra. No me concentro en nada. Recuerdo todo lo que (no) ha existido. Imagino y deseo a demasiadas revoluciones por minuto. Volver a cada momento en el que seríamos infinitos a pesar de vivir a contrarreloj. Pero no. No nos dejan; y hasta la luna se ha cansado de mi mirada perdida.

Es como si hubiera cien puertas del infierno al cielo y yo hubiera derribado noventa y nueve.
Pero no me quedan llaves. La puerta es de piedra maciza. Imposible de saltar, bordear y derribar. Solo puede abrirla una persona que está detrás. Sabe que he venido, que he derribado noventa y nueve puertas solo para pasar por esa. Pero se ha sentado en una silla. Ha anclado un tablón de madera en la mirilla y se ha colocado tapones en los oídos. No me conoce, pero no quiere que pase.
Los días sí pasan. Se rumorea que mientras duermo tirado en el suelo frente a esa puerta, esa persona se levanta de la silla, arranca el tablón para observar por la mirilla cada movimiento, se quita los tapones e intenta escuchar todo lo que sucede. Cuando estoy apunto de despertar ancla de nuevo el tablón, se coloca los tapones y se sienta en la silla.
Realmente no sé qué hacer para que me escuche y abra esa puerta. Hasta he intentado plantearle entrar solo un día cada muchos, o darme a conocer para que se fíe. Es como si le regalaran la tierra más productiva posible y decidiera echar sal sobre cada centímetro de esta. Parece que la puerta de piedra crezca cada día un poco más, que cada día sea más difícil de atravesar. Imposible.

Pero aquí sigo, escribiendo pura verborrea estéril. Encogiendo mis entrañas. Consumiendo segundos como si de la ceniza de vuestros cigarros se tratara. Yo no creía en el destino, de verdad que no creía. Pero lo que si que no me creo es que ella sea casualidad. La echo de menos, hasta límites que pocos habrán descubierto. Cuando creí que sería imposible levantarme apareció; en el momento justo. Hoy estoy de pie, pisando más fuerte que nunca, y jamás dejaré que ella caiga. Y joder, si algo me ha enseñado esto, es que lo imposible solo tarda un poco más, y esa puerta va a caer tarde o temprano. Nos veremos en nochebuena.

Por ese encuentro sin billete de vuelta.

viernes, agosto 8

Burnt-out

No sé qué hacer. Todo se ha vuelto gris. Y no hay motivos para ello, pero no puedo evitarlo.

La gente vive feliz cuando se enamora de alguien y es correspondido. Aunque quizás ese alguien solo esté de paso por su vida. También son felices sin necesidad de tener a nadie. O quizás no lo son, pero lo creen.
Es irónico; he encontrado al amor de mi vida y estoy hecho polvo. No puedo verla, no sé cuando volveré a verla. Os preguntaréis que cómo sé que es el amor de mi vida. No hay palabras para expresarlo. Es algo que se siente o no se siente, y yo he tenido de la fortuna de sentirlo. Realmente no nos separa tanto, solo 119 km; apenas hora y media de viaje.

(Haría lo que fuera por volver a entrelazar mis dedos con los suyos, por volver a tenerla entre mis brazos, por hacer cualquier cosa a su lado. Me muero, os juro que me muero. No puedo hacer nada sin imaginar que sería aún mejor con ella agarrada de mi mano.)

Es que joder, ni que yo tuviera la culpa de nacer cuándo y dónde he nacido. Hay gente que tiene a su otra mitad a miles de km, en la otra punto del mundo. Dentro de lo malo, lo nuestro no es tanto. Nos hemos encontrado, que ya es mucho. Qué culpa tengo yo de que lo normal en el mundo sea gente que quiere aprovecharse de los demás. Qué culpa tengo yo de querer ser feliz sin hacer daño a nadie.
No sé qué hacer. De verdad que no. La necesito como el aire. No sé si precipitarme y hacer cualquier locura con tal de verla, o esperar. Me estoy consumiendo. Pero si es lo que toca lo haré hasta que no quede nada de mí. He rozado el puto cielo, ya no puedo querer nada más. Lo pido todo sin pedir tanto.
Quizás solo necesite un abrazo y un "Tranquilo, todo va a salir bien".

No, a quién pretendo engañar. La necesito a ella.

Necesito verte pronto.

domingo, julio 13

10/7

El bus entraba por fin en la estación de Málaga. No paraban de llegarme mensajes suyos al móvil. "¿De qué color es el bus?, ¿dónde para?, ¡aquí no dice nada!, ¡la gente no para de mirarme!" Le iba a dar algo. A mí también.
En unos segundos el bus ya estaba parando en su andén correspondiente. Y la vi a través de mi ventana. Joder que si la vi. -Era aún más bonita que en las fotos.- No paraba de mirar a un lado y a otro. Golpeé la ventana a ver si me veía pero no surtió efecto. Se abrieron las puertas del bus y comencé a bajar las escaleras. Estaba ahí, a unos metros de mí, por fin. Ella miraba nerviosa hacia la otra puerta del bus. Bajé el último escalón, parpadeé y al abrir los ojos ya la tenía encima. Sentí como mi gorra desaparecía de mi cabeza, sus brazos rodeaban mi cuello, los míos su cuerpo. 'Estás aquí'. 'Estás aquí'. 'Estás aquí'.

No sé cuánto duró aquel abrazo, pero ojalá pudiera volver a vivirlo una y otra vez.

No me atrevía a soltarla, ¿era un sueño aquello? Contemplé su sonrisa durante unas milésimas de segundo que parecieron eternas y ya no pude soportarlo más. Ya no eran sus perfectos labios rosados, ni mis tristes labios cortados; eran nuestros labios. Nuestros. -Qué bonito suena, y qué bonito es.-

Volví a ver su sonrisa y sentí que me moría.

Y aunque tan sólo 11 horas más tarde iba a estar cogiendo el bus de vuelta entre lágrimas, os juro que jamás me he alegrado tanto de haber hecho algo en mi vida. "Demasiado bonito para ser verdad" contesto cada vez que me preguntan por aquel día. Y es que este momento solo fue el principio de aquel día, del mejor día que recuerdo -un día de playa, de Ma lady, de piques, de susurros, de besos, de abrazos, de bailar pegados sin música, de mil cosas que sólo nosotros recordaremos; un día dulce, un día con ella-.
Derribaré mil veces más la distancia. Quizás esto sólo haya sido una batalla, quizás haya mil más, pero haré lo que haga falta para ganarle la guerra; y algún día volveremos al mismo sitio, pero sin billete de vuelta.

Joder, te quiero demasiado.

jueves, julio 3

The madness of love

¿Qué me está pasando? - Me dije una y otra vez.
Estaba en un túnel sin salida, sin posibilidad de marcha atrás. Busqué acelerar y olvidar todo, hasta tal punto que me perdí. Estaba oscuro. De repente, sin saber cómo, apareció de la nada. Y ahora todo es luz.

Desde el "Buenos días" hasta el "Ojalá sueñe contigo". Yo que siempre me reí de la distancia, que trataba de locos a los que decían amar a personas que jamás habían visto, que jamás habían sentido. Supongo que por eso he caído en lo mismo. Pero joder, es que yo la siento aquí. Me recreo pensando en como será todo cuando estemos juntos, cuando la única distancia que haya entre nosotros sea la que decidamos mantener.
Quizás me estoy volviendo loco - sí, más loco de lo que ya estoy, sé que es difícil -, pero es cierto que vuelvo a tener esa sonrisa tonta cada vez que hablamos, es cierto que vuelven a brillarme los ojos. Es jodidamente cierto que me muero por verla, que en unos días no habrá kilómetros ni nada que nos detenga.

"En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón." - Friedrich Nietzsche

Y la verdad, no sé cuánto durará esto. No sé si la distancia hará mella y no podremos soportarlo, o si llegará alguien mejor que yo y todo se irá al traste. Ojalá nunca acabe. Pero sé que quiero pasar todo el tiempo que pueda a su lado, que tengo ganas de sacarle esa sonrisa que aún no he podido disfrutar a centímetros, que lo que más me apetece es abrazarla, contarle mil historias perdiéndome en sus ojos, acariciar su pelo.
Tengo ganas de ofrecerle un día dulce, un verano dulce, una vida dulce; y de que ella los acepte.

Por ella; por mí. Por ese 119 que pronto haremos pedazos. Por quiénes dudan de que lo consigamos. Por quiénes confían en que sí. Por el destino que nos ha unido.

Sé que esto es una locura, pero la vida en sí es una locura, y ahora ella es mi locura.

A ti, que me tienes loco y lo sabes, te quiero.

domingo, mayo 11

Domenica

Ha pasado el tiempo. Hace ya más de un mes desde que bajé a lo más hondo. Y ahora estoy intentando escalar. Lo pienso y, es que no me va a ayudar en nada estar triste ni lamentarme por lo ocurrido.
Hace unos pocos días me marqué el punto de inflexión que necesitaba. Hasta ahí he llegado. Y nada más tomar la decisión ya subí un escalón. Claro que me deprimo, constantemente, pero ahora me levanto, ahora me controlo. La gente lucha día a día por el simple hecho de llevarse algo a la boca. No tengo derecho a estar triste. Al menos no a mostrarlo.
Esto no es arte, esto solo es un texto, la única forma que encuentro de confesarme a todos y nadie a la vez.
A veces recuerdo sus labios y me quiero tirar por la ventana. Pero no, he sido un cobarde toda mi vida, y aunque para quitarme de en medio también necesitaría valor, es el momento de ser fuerte.
¿Y qué si no tengo a nadie que mataría por mí? Aprenderé a matar por mí mismo.
Claro que necesito a alguien a mi lado que me abrace y que me diga que me quiere, pero supongo que no es el momento. Hace unos días ni siquiera podría escribir esto, ahora aprieto los puños.
Quiero ser fuerte, fuerte como no he sido nunca. Quiero verla en un tiempo y poder sonreírle desde el corazón, poder darle un abrazo sin que ninguno de los dos quiera echarse a llorar, y bueno, alegrarme por ella si consigue ser feliz, a fin de cuentas, sé que la voy a seguir amando siempre.
Solo quiero depender de mí mismo y vivir para mí mismo. Ya me he dado cuenta de que nadie va a vivir para mí, de que nadie va a dejar una fiesta, o una tarde con otros amigos para estar conmigo cuando tenga ganas de matarme. No sé, quizás esa es a clave para ser feliz. No quiero ser así, no pienso serlo, pero ya es hora de dejar de pensar en todos antes que en mí.
Estoy decidido a conseguirlo, y espero que tú también. Sé feliz.
Como Roma, que era perfecta, se hizo ruinas, y ahora es aún mejor.

martes, marzo 4

El cadáver, la bruma y el marcapasos.

La bruma de esta nostalgia no me deja ver más allá de mis ojeras.
Lleno el vaso a medias mientras pienso en cuál de las mil posibles opciones llevaría a cabo si ella apareciera aquí a mi lado en este momento. Si besarla en los labios, en la frente, en cada centímetro de su piel; o por el contrario decantarme por abrazarla y quedarnos así tumbados, durante toda la noche. Quizás en vez de todo eso, le haría el amor y punto. El amor.
Esta vez no hay ron en el vaso. Solo es pepsi en contacto con el mugroso oxígeno que rodea el cristal. Aún así parece conseguir que mi garganta arda cuando la recorre.
Con la música deprimente de ambiente.
Me encuentro en una decadencia propia de un dramaturgo del siglo pasado, lástima no tener talento para expresarlo. Lástima ser yo.
Vivo como un cadáver; solo que vivo, que es peor.
Mataría por una sonrisa suya, una sonrisa de esas que me pertenecen realmente. De las que yo solía provocarle, no por complacer, tampoco por pena. Dios, necesito que me necesite.
Podría morirme ahora mismo aquí, en este sofá verde mierda. La esperanza se perdió por el camino, hoy no hace falta. No estaría mal un poco de veneno en la botella, para ser suyo sin que influyan las distancias, desmostrarle que ni la muerte nos separa.

París está lejos de ser una belleza al compararse con tus piernas. Roma no llega a ruina a mi lado cuando tus labios no me besan.
Siento cómo las burbujas estallan sobre mi lengua, arropando con ácido mi boca. Cualquier centímetro de tu ser temblaría de encontrarse en ese lugar. Aún así no sabría decirte quién sentiría mayor placer. Lléname este vacío que abrasa y congela.
Bebo sentado, soñando con tu pelo.
¿Y mi pelo? Echa de menos tus dedos enredados. ¿Y mi espalda? Echa de menos tus dedos recorriéndola. Y no hablemos de mis labios.
Tus dedos recorriendo mi antebrazo, placer eterno.
Tragué gusanos y ahora no pienso vomitar las mariposas de mi estómago.
Mi corazón no es corazón. Solo un marcapasos incapaz de marcar algo que no sean recuerdos sobre ti. Como si de una botella medio vacía a punto de ser partida contra la barra de un bar por un borracho con sed de venganza se tratase. No es esa su función, pero si tiene que matar, mata. Si tiene que matarme, me mata.
¿Acaso hay Óscar a la persona más bonita del mundo? Tú deberías llevar diecisiete.
Un beso perfecto, de película, como el de nuestra boda; o de diente contra diente, como cuando el mundo era rosa. Un beso de tu labios.
Que necesito que me necesites.

lunes, febrero 3

Confesión nocturna.

Silencio. Esta noche no se escucha nada más que las teclas que yo mismo estoy pulsando.
Empiezo a volverme loco. No sé cómo matar el tiempo, así que va siendo hora de desahogarme, sin metáforas ni mierdas. Sin recursos artísticos que solo yo comprendo. Brusco, como la vida misma.
Han transcurrido unos dieciocho años y nueve meses aproximadamente desde que estoy vivo. No tengo nada que achacar a mi infancia. Nací, crecí y viví jugando y aprendiendo durante años. Era un pequeño iluso que no comprendía nada de la vida, y por eso era feliz. Murió mi abuelo cuando apenas era un crío y no me afectó tanto como me habría afectado ahora. Dios, cómo lo echo de menos.
Siempre tuve mi lado marginal, una timidez que nunca se ha separado de mí. Si me conoces desde hace tiempo, estarás pensando que ni de coña, que soy un loco al que se la suda todo. No me conoces.
Nunca sabré cómo agradecerle a mi madre que me obligara a leer cada día.
Al margen de toda esta mierda que escribo está ella, por encima de todo, la razón de mi existencia. Pero está tan lejos, joder.
Seguí creciendo y poco a poco fui dándome cuenta de lo que era la vida, una puta mierda. No existen los amigos, y si existen no tengo ni idea de cómo se consiguen. Colegas para ver un partido, tomar algo o echarte unas partidas si que conozco. Pero esos que se leen en los libros y se ven en las películas, ¿dónde coño están? Me sentía como un auténtico gilipollas buscando, y paré. Pensaba que sería como en las historias que soñamos vivir, que aparecerían de la nada en el momento menos esperado. Incluso he cambiado de vida, pero sigo igual. Espero darme cuenta algún día de que no vivo en una película.
Lo triste que es sentirte mal y que no tengas a nadie cerca que te de un abrazo.
Me he dado cuenta de que todo se basa en las apariencias, todo gira en torno a ellas. Medio mundo quiere vestir a la moda, hacer lo que hacen los triunfadores, pisotear a quien haga falta y que no toquen lo suyo. Mientras, el otro medio muere de hambre, y a pesar de todo, muestra una enorme sonrisa con el mínimo gesto. Y yo me pregunto si cada noche, al acostarse, toda esa gente, la de la primera mitad del mundo, se siente realizada con lo que hace. Porque yo no, y no me parece justo.
-Estoy odiando esta entrada desde el momento en que la he empezado, pero pienso terminarla y publicarla, por si sirve para que alguien recapacite o se sienta identificado.-
No quiero estudiar, ni hacer absolutamente nada de lo que estoy haciendo. Estoy hasta los cojones de mí mismo y de mi vida. Quiero dejarlo todo, excepto a ella.
Es horrible levantarte cada día y que todo vaya al revés de como tú quieres. Siempre he querido tomarme las cosas con calma y me paso los días estresado. No he terminado nada en mi vida. No saco buenas notas. Dejé de hacer deporte. Dejé a medias el libro que empecé a escribir. Compongo media canción y me canso de ella al releerla. Ni siquiera sé cantar; ni bailar. Escribo una entrada de la que me siento orgulloso y al ver que no le importa a nadie me deprimo cuando no debería darle ninguna importancia. Me levanto cada mañana y ella no está en mi cama. Nada tiene sentido así.
Antes intentaba ayudar a la gente sin pensar en mí lo más mínimo, y sin que nadie lo hiciera, pero me cansé, paré y pensé algo como "Que se den cuenta de que estoy harto, que vengan y me ayuden ahora ellos a mí", pero dios, eso no pasó, no pasa y no va a pasar nunca.
Y lo peor es cuando pienso que me gusta estar triste, porque lo pienso de verdad. Soy nocivo conmigo mismo, me destrozo por dentro. Podría cambiar y arreglarlo todo, pero no quiero hacerlo, ni tampoco quiero quedarme así. Vivo en un continuo estado de frío interno. Nadie me ayuda y he creado una rabia y una impotencia que no me dejan vivir. No es que pida un abrazo, es que lo necesito.
Madrugada del lunes al domingo. No lo parece, pero seguro que aún puede empeorar la cosa. Podría ponerme a beber ron y fumar tirado en la acera, pero aún me quedan esperanzas de que alguien venga. Aunque no creo que así sea, y si hiciera eso ya sí que sería mi fin. Lucho por un poco de amor propio.
Y sí, sé que solo me quejo de gilipolleces, que no debería estar así, que hay millones de personas que tienen auténticos problemas y cada día dan todo por salir adelante. Son esas personas las que de verdad necesitan ayuda, yo solo soy un puto egoísta. Y por eso mismo que lo sé, me doy aún más asco.
'Ese momento en el que sabes que no eres una triste historia. Estás vivo.'
Que vengan y me peguen una hostia para quitarme la mierda que llevo encima, que intenten sacarme una sonrisa aunque sea de mentira. Necesito llorar, sentir que valgo algo.
Casi que tengo miedo. Gracias por leerme.
Aún intento averiguar si debo aprender a vivir, o nací para ello.

lunes, enero 13

Ruinas sin hielo en mi copa.

Tercera noche de insomnio consecutiva.
Solo jazz y soul en la sala.
El ciclo nocturno ya se ha acostumbrado a mis suspiros agónicos. Cada vez me odia menos.
No hay ron en la vitrina. Joder, ¿qué puto día es hoy?
La vida no deja de obsequiarme con mierda. Aún así no pierdo la fe. No sé si sabéis lo que es sentir que estás en la azotea del edificio más alto de Nueva York, desde donde alguien te empuja y caes a una velocidad de vértigo hasta estallar contra el suelo - ese sitio por el cual circulan los mediocres sin sueños -, partiéndote en diminutas partículas cargadas de miedo y rabia, emulsionadas con una nostalgia tan desagradable como artística, tan nociva como yo.
Si buscas bien, hasta en la mierda puede haber cosas buenas. Si te das cuenta, para las moscas es un puto manjar. Como cuando tu piel rabia de picor y entra en contacto con una superficie fría, casi helada. Pero yo estoy cansado de buscar.
La impotencia se apodera de mi cuerpo, perdido e inmóvil en mitad de la selva. Mientras, mi corazón permanece esparcido entre los restos nucleares de Chernobyl, hecho añicos, como las ruinas de Roma. Solo que este es una ruina sin valor, sin interés público ni privado.
Quién fuera poseedor de las arenas de Persia para volver atrás, revivir cada efímero suspiro de placer. Rememorar cada roce de sus yemas en mi espalda, cada dedo enredado en mi pelo.
Almirante hasta echar la pota. Mayaray hasta acabar la botella. Barceló hasta, no. No renta.
No necesito hielo, mi cuerpo ya está frío, como el iceberg que hundió el Titanic. No hay ardor que no soporte. Qué diferencia entre corazones rotos o enteros, vacíos o llenos. Esto no es vodka en Rusia. No importa si café en Londres o absenta en París.
Musa, ven y llévame contigo, déjame dormir entre tus piernas, que mis párpados son hielo y mis ojos arden en invierno. Acaricia mi pelo. No hay ron que huela como tú, cielo.

miércoles, enero 8

Tres años.

Parece que fue ayer aquella Navidad de hace tres años en la que me enamoré.
Parece que fue ayer aquel primer beso único e irrepetible.
Parece que fue ayer cada momento único a su lado.
Y yo tan lejos.
Sé que en algún momento leerás esto. Y espero que sonrías.
Tú, con esos ojos verdes en los que suelo perderme. Tú, con ese cabello dorado que siempre se mete en mi boca cuando te beso el cuello, o en nuestros labios cuando te cojo en brazos o te tumbas sobre mí. Tú, con ese océano de labios que no puedo evitar besar una y otra vez. Tú, con esa nariz tan perfecta con la que tanto me meto y que tanto me gusta besar. Tú, con esa piel tan blanca, tan fina y tan perfecta que logra erizar la mía con el simple roce entre ambas. Tú, tan tú.
Tú, con tus mil risas únicas. Tú, con esa mala leche que yo también poseo. Tú, con esa primera mirada al verme con la que ya me lo dices todo. Tú, con esa manía de estar en contra de todo lo que a mí me gusta. Tú, con esas lágrimas que me hacen añicos cuando no consigo consolarte. Tú, con ese color rosado en tu rostro cuando no paras de reírte o te da vergüenza algo. Tú, tan tú.
Sí, lo sé. Debería estar allí a tu lado, colmándote de besos y abrazos. Y me muero de ganas.
¿Sabes? Aunque a veces no lo pueda parecer, cada día dejo todo por ti. Y más aún cuando no estoy a tu lado. Dejo de respirar tu aliento, de besar cada centímetro de tu piel, de observar el rostro más bonito del mundo. Dejo de luchar por sacarte una sonrisa. Y dios, si supieras lo que siento cada vez que te saco una sonrisa. Tú eres todo. Odio dejarlo todo. Quiero que seas mi rutina cada día de mi vida. Ya son tres años de aquel mítico ocho de enero, pero solo es el principio de una vida juntos.
Nos hemos casado ya tantas veces y me siguen pareciendo tan pocas.
Puedo decirlo más alto, mucho más alto, incluso lo gritaré si me lo pides. Pero no más claro.
Te amo mi vida, me muero por ti.
Felicidades amor.