jueves, septiembre 26

Aullidos sordos.

Hace cuatro días que no piso mi ciudad. Sí, al final cogí el tren. Ahora estoy lejos de muchas cosas pero solo me importa una, y está claro que es ella. No sabéis cómo la echo de menos. Y me siento extraño, podría comerme el mundo pero no tengo ganas de hacer nada que no sea tirarme en la cama o en el sofá. Enciendo el portátil, miro twitter, abro el blog, pero nada; lo miro, intento escribir algo y no sale nada. No encuentro la inspiración. Supongo que ella es mi inspiración.
Pero bueno, tampoco hace falta, esto es como un confesionario. Estoy ante la oportunidad de abrirme un futuro, un futuro en el que consiga ser feliz. He conseguido entrar en la carrera que siempre quise, se supone que es el sueño de todo estudiante, pero es irónico, ahora que estudio lo que quiero no puedo ser feliz si ella no está. Lo único que queda es apretar los huevos, estudiar y luchar por conseguir una buena nota para volver el año que viene. Y sí, siempre quise estudiar fuera, pero esto es tóxico, es como tomarte un plato de tu comida favorita sabiendo que te vas a poner malo al hacerlo, no es sano.
No sé, tal vez podría definirme como un lobo en las profundidades de un bosque, de un bosque que no conozco, pero en el que sé que no me voy a perder. Y ahora solo queda aullar a la luna como esperando una salida, como si por cada aullido, por cada grito sordo, fueran a desaparecer un par de kilómetros de distancia entre ella y yo. Al menos algo no ha cambiado, sigo tan iluso como siempre..

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